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Cuarto accidente industrial en menos de un año: ¿Reflejo de un problema sistémico en España?

Más de mil manifestantes se reunieron el miércoles 15 de enero en la ciudad de Tarragona (Catalunya) levantando carteles con eslóganes contundentes. “Queremos respirar” se podía leer. Hoy en día, la calidad del aire se impone como un tema en la agenda política y ocupa a menudo el espacio mediático. Que se hable de contaminación medioambiental sino también de eventos como los incendios devastadores en Australia, el aire que se respira y su calidad están en el centro de las preocupaciones. En España, esta manifestación se produce tras la explosión de la fábrica IQOXE (industria química de óxido de etileno) que causó la muerte de tres personas y dejando siete heridos graves el martes 14 de enero.

IQOXE es el único productor de óxido de etileno en España. El 50% de su producción se destina a la fabricación de Glycol, una de las principales materias primarias para la producción de polímeros PET, componentes de los embalajes plásticos. Esta fábrica hace parte de un complejo industrial en el cual esta presente el centro petroquímico más importante del sur de Europa que cubre casi 1200 hectáreas.

Esta explosión reaviva los temores sobre estas instalaciones y pone de manifiesto ciertas disfunciones, tanto en lo que se refiere a la gestión de la crisis como a la prevención de los riesgos y los medios aplicados para garantizar a la seguridad de todos.

Una mala gestión de crisis

En primer lugar, muchas personas han denunciado el comportamiento de la empresa IQOXE, que no siguió el procedimiento de emergencia previsto. Los protocolos de emergencia establecidos en la región estipulan que, en caso de accidente, la empresa debe activar un plan interno de autoprotección y notificar inmediatamente al centro de emergencias (Cecat) para que el gobierno pueda implementar su plan de respuesta a los accidentes químicos e industriales. Parece que IQOXE no habría seguido ninguno de estos pasos, prefiriendo encubrir el asunto. Lamentablemente, la historia no está exenta de desastres industriales como el de Chernobyl, cuya falta de transparencia por parte de sus dirigentes ha tenido consecuencias desastrosas. Sergi Delgado, subdirector de la Protección Civil movilizada durante la explosión, testifica que la reacción de la empresa hizo más complicada la investigación para evaluar los riesgos de una nube. Si bien la presencia de tal peligro no estaba probada, pero era altamente probable, Jaume Cortés, experto en toxicología y miembro del Colegio de Abogados de Barcelona, ha declarado que “dada la gravedad de los hechos y la proximidad de zonas habitadas en potencial contacto con un agente químico altamente tóxico clasificado oficialmente como cancerígeno como el óxido de etileno, las autoridades priorizaron no alertar a la población en lugar de aplicar el principio de precaución que debe regir toda acción relacionada con una situación que pueda afectar al medio ambiente y a la salud de la población”.

Por lo tanto, la falta de información por parte de la empresa ha provocado tanto un retraso en el análisis de la situación como una confusión general entre la población. Como la zona de Tarragona es conocida por su complejo industrial y los riesgos que conlleva, los planes de prevención del riesgo químico implican el uso de alarmas sonoras para alertar a la población en caso de accidente y advertirle de que debe permanecer confinada. Esta vez, no se escuchó nada. Fue la policía quien se encontró alertando a la población por medio de megáfonos para invitarla a un confinamiento incierto y encima, recién levantado. El sindicato de la policía también denunció a la Inspección General de Trabajo el hecho de que los agentes del orden habían intervenido en la zona afectada por la explosión sin la más mínima formación o equipo.

Problemas recurrentes en España

Si bien se trata de la explosión más grave de la década en cuanto a número de víctimas, cabe señalar que tuvo lugar apenas un mes después del incendio de una planta de reciclaje de disolventes y residuos industriales que también había provocado el confinamiento de la población de Montornès del Vallès (Barcelona). En mayo de 2019, un trabajador murió como resultado de una fuga de amoníaco en una planta de combustible de metal, que también causó 14 heridos. En julio se produjo un incendio en la empresa de logística Miasa que destruyó un almacén, quemando productos de limpieza y aerosoles. Unos días después, se produjo otro incendio en una compañía química, Clariant, en una caldera de aceite térmico. Un total de cuatro accidentes en menos de un año. Los residentes y los sindicatos piden una revisión de los planes de seguridad y un inventario de la contaminación.

Temas que provocan ansiedad

En el caso de la fábrica IQOXE, todos los testimonios coinciden en que el público tiene muy poca información sobre los subproductos y derivados del etileno y el óxido de propileno que pueden haberse propagado, ni sobre cómo se hicieron las mediciones de la contaminación. Luis Oro, catedrático de química de la Universidad de Zaragoza, habla de “quimofobia” para calificar la relación entre estas industrias y la población. Sin embargo, nos recuerda que los productos químicos están en todas partes y que, si están muy diluidos, no suponen un riesgo para la salud.  Es de primordial importancia tener en cuenta la demanda de la población de una mayor transparencia e información sobre los protocolos de seguridad y los materiales almacenados en el polígono industrial en la estrategia de evaluación de riesgos de estas empresas.

Hay que recordar que es posible estar en presencia de un peligro, es decir, un compuesto químico, sin que exista un riesgo para la población. De hecho, si el riesgo se identifica, se enumera y se controla, entonces no hay razón para crear un clima de ansiedad. Por lo tanto, la evaluación de riesgos debe realizarse de manera metódica, concienzuda y transparente. En España, el Grup d’Estudi i Protecció dels Ecosistemes Catalans-Ecologistes de Catalunya pide una revisión de las normas de seguridad y evaluación de riesgos en el trabajo en la industria petroquímica. Hoy en día, las industrias pueden llevar a cabo autocontroles de seguridad que les permiten elegir la hora y la fecha de su auditoría. Se podría prever que la administración admitiera controles puntuales y sorpresivos. Sin embargo, antes de todo el enfoque principal sería hacer que las empresas sean más conscientes de la evaluación de riesgos. Es perjudicial y peligroso que esta cuestión se perciba sólo como una opresión, ya que la seguridad de los trabajadores debe ser considerada como una prioridad. Aunque todavía no se conocen las razones de la explosión, la empresa IQOXE ya había recibido tres sanciones con multas de entre 2.000 y 8.000 euros por diversos fallos en materia de salud y seguridad en el trabajo. Se necesita una verdadera reflexión para reconocer que estas preocupaciones son tan importantes como la reducción de costos y la rentabilidad.

En el contexto de un polígono industrial como el de Tarragona, también es importante evaluar los riesgos en su conjunto y tener en cuenta el sitio en su totalidad. En efecto, la densidad misma de tal sitio plantea un serio problema de seguridad.  Las consecuencias de esta explosión podrían haber sido mucho más dramáticas, dadas las fábricas de los alrededores que también trabajan con sustancias peligrosas. Nadie sabe lo que podría haber sucedido si la placa metálica que entró en un edificio a dos kilómetros de distancia, matando a una persona, hubiera chocado con un tanque de petróleo o gas cercano.

Con el fin de comprender mejor los riesgos que emanan de este tipo de instalaciones, la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona decidió iniciar un estudio para obtener datos científicos sobre la salud de la población de los alrededores. La idea es resaltar, o no, una relación entre ciertas enfermedades y el hecho de vivir en la zona. Josep Lluís Domingo, catedrático de Toxicología y Salud Ambiental de la URV, ha intervenido sobre el tema explicando que hasta ahora no se había realizado ningún estudio de este tipo, ya que ni la administración ni la industria petroquímica tenían interés en hacerlo por temor al resultado.

Más allá del aspecto sensacionalista que causan ciertas imágenes de incendios que monopolizan la atención general durante unos días, no se debe subestimar la importancia de controlar los riesgos químicos en este tipo de plantas sin demonizar el tema. El peligro existe, pero si se controla no hay razón para preocuparse. Temas como la salud o el medio ambiente, incluso dentro de una empresa, no deberían ser una cuestión de dinero, sino que deberían ser objeto de una verdadera atención por parte de los líderes empresariales, así como de las figuras públicas.

Imagenes:

[1]: Euronews, “Explosion chimique à Tarragone : “Nous vivons à côté d’un baril de poudre” ” https://fr.euronews.com/2020/01/15/explosion-chimique-a-tarragone-nous-vivons-a-cote-d-un-baril-de-poudre

[2]: La Venguardia, “Al menos un muerto, siete heridos y un desaparecido en la explosión del complejo petroquímico de Tarragona”, https://www.lavanguardia.com/local/tarragona/20200114/472905650579/explosion-petroquimica-tarragona.html

[3]: El Mercantil, ” Repsol ultima el uso de drones en sus refinerías de Tarragona y A Coruña”, http://elmercantil.com/2019/08/16/repsol-ultima-el-uso-de-drones-en-sus-refinerias-de-tarragona-y-a-coruna/